jueves, 24 de junio de 2010

SOBRE LOS AVATARES DE LA POLÍTICA

PICOS RAMOUGH , NEOUVIELLE Y TRES CONSEJEROS DESDE CAP DE LONG

Sobre los avatares de la política, hay quienes se acercan con curiosidad, y quienes esperan la mala sangre de ese virus que todo lo corrompe, como si de una contaminación social se tratase, una enfermedad que te aviva o te desanima.

Así, la política persiste sobre cada uno de tus actos. Quizás los tiempos cambien, poco a poco, con cada movimiento, con cada nuevo despertar, con cada ser consciente que levante la cabeza y emplee la crítica sobre aquello que sostiene el vigente estatus de la cosa pública o privada.
Los políticos aplauden toda clase de retórica, mucho más si es efectiva a corto plazo. Hablan de cambio, de transformación social, de culpables. Pero , ¿Quién habla de esperanza? Y no me hables del marketing obamista o zapateril de hace unos años. ¿Quién de verdad se pone como meta alcanzar una utopía humanista?
Quién se podría atrever a repetir los tantos errores que la humanidad carga en sus hombres, una y otra vez, estúpidas guerras, intereses que marchitan el honor de cada ser humano, todos cómplices. ¿Dónde está la justicia, el derecho y el buen hacer/obrar en la matanza de inocentes y culpables? ¿Y sobre ética? ¿Quién puede dar lecciones de ella cuando nuestras sociedades se desarrollan en base al deshonor y el aislamiento de todos los principios habidos y por haber?
Si muchos pararan su vorágine y repensaran su posición y lugar en el mundo, sus roles, sus funciones, lo que en ella pudieran hacer. Si el éxito no se fundamentara en lo material o en que empresa trabajas, si el prestigio fuera cuánto se es es capaz de aportar al resto de la sociedad, si fuésemos conscientes de cuanto cada uno de nosotros podemos cambiar con tan poco esfuerzo, si fuésemos valientes para dar el paso y plantar cara a aquellos egoístas acaparadores perdidos por el propio ritmo de vida, si mirásemos cuantas constelaciones y maravillas cada día nos rodean, bellezas y pequeños detalles que iluminan con gran esplendor el mayor de los inventos, la propia vida.
Buena voluntad, buenos sentimientos. Un mundo sin utopías, pero con paz y no conflicto constante, sólo diálogo y respeto, con colaboración entre pueblos en vez de competición, sólo eso podrá ser parte del futuro que nos espera, un verdadero Humanismo como reto para este Siglo XXI.