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domingo, 26 de abril de 2009

LA DIFUSA ESPERANZA DEL MAÑANA

La urgencia del momento es un torbellino que lo embude todo, que levanta tensiones, desata pasiones y alienta la temeridad de la prontitud. Por ende, los errores andan a la orden del día y las sensibilidades a flor de pie.
Metafísicamente hablando todo es reducido a una mínima expresión: ganancias vs. pérdidas. Los gurus del panel económico internacional pueden sostener toda realidad que antojen crear, pero no por ello ser una realidad “verídica”. La decadencia intelectual de las sociedades que se creen limitadas, al creerse las mas avanzadas de todos los tiempos, suelen pecar de un hábito y un comportamiento tendencioso, que no es otro que repetir la Historia, una y otra vez.
Nadie duda que este será un siglo que galopa hacia un gran conflicto bélico, la irrupción nuevamente de conflictos sociales e incomprensión intergeneracional, aumento de determinadas desigualdades sociales, perdida de fe para los creyentes y aumento laicista de los no creyentes, radicalismos que irán en aumento, tensiones que terminaran llevando a la masa hacia posturas “alternativas”, de dudosa credibilidad pero de gran recorrido popular que sembraran el odio y la ira.
Manejamos las variables de confort y desarrollo de nuestras sociedades en simples números a los que denominamos IPC, PIB, desempleo, beneficios sociales, gasto publico, etc, etc… todo tan artificial e irreal en la medida que es imposible medir el comportamiento humano y mucho menos explicar el por que teniendo ante nosotros dos opciones, una lógicamente acertada y otra completamente errónea, aun sabedores de ello, seamos capaces de escoger la opción errónea, justo por placer o por algún tipo de necesidad creada.
No suelen hallarse los índices de pobreza, la calidad educativa, la solidaridad o el simple respeto como normas de un juego que ahora llaman democracia y que se supone es el Gobierno Participativo de Todos. Los anclajes del circo demagógico instaurado en todos y cada una de las escenificaciones parlamentarias son sólidos en apariencia de sus interlocutores pero cínicamente débiles y cada vez mas desgastados por sus propios actores.
Serán tiempos difíciles o tal vez no, quizás solo sea un reflejo de una historia, un signo común de nuestra especie y que cada generación ha vivido. En realidad los que nos difiere es esa eterna aproximación a pasar de ser animales políticos (que quizás nunca lo fuimos) a simples animales de consumo. Esa quizás sea la realidad de nuestro presente.
Obviedades donde pocos recuerdan o experimentan aquellos pequeños gestos que nos diferencian de otras muchas especies… la nobleza, el respeto, el cariño, el honor, la fidelidad, la amistad o la superación personal. Todas ellas son armas sociales en puro retroceso, cualidades no deseadas ni buscadas en un sistema productivo basado en la competencia donde prima la capacidad de gasto propio o ajeno (caso de los prestatarios o entidades de crédito), que a su vez proporciona el acceso a las esferas de influencia, incluso mas allá de la ejercida por la soberanía popular de los pueblos.
Saldremos de la crisis pero seguiremos inmersa en otra crisis, aun más preocupante y dañina, que pondrá en jaque al conjunto de nuestras sociedades.

Bitdrain